Tañen desde la Giralda sus campanas para anunciar el nuevo día
y no uno cualquiera, sino aquel consagrado a la Inmaculada Concepción, dogma
defendido por esta ciudad fuertemente.
La calle Pureza relumbraba todavía más ese 8 de Diciembre.
Nuestra banda avanzo a los sones de la Danza Húngara o Julio Romero de Torres y
se paro frente a la blanca fachada del templo. Lentamente fuimos entrando y
nuevamente la emoción llenaba los rostros. Bajo la tutela de la Esperanza
comienza el concierto, suena Silencio. Siguen nuestras oraciones musicales, un
total de 8, hasta llegar a Tres Caídas de Esperanza y Marinero de Esperanza con
los cuales presentamos nuestros respetos a los titulares de la Hermandad, con
la Marcha Real finaliza este momento inolvidable para muchos.
Nuevamente nuestro presidente entrega una estatua
conmemorativa a la hermandad y esta entrega a la banda un libro con la historia
de la corporación. A continuación se suceden las fotos dentro de la capilla,
con cierta celeridad pues debíamos partir con rapidez hacia el centro de
Sevilla para participar en el pasacalles del congreso.
Ultimadas las fotos, nos dirigimos hacia la Plaza Nueva, una
vez allí se nos indica que nos dirijamos a la Plaza de San Francisco, la cual
era un hervidero de músicos. Un poco más tarde de la hora indicada, en torno a
las 12 y cuarto comenzó el pasacalles. Nuestro banderín formo con todos los demás,
los cuales abrían junto a la banda de música de Sevilla el desfile.
A continuación fueron integrándose en el desfile las bandas
que nos precedían, dado que nosotros ocupábamos el noveno lugar. Sobre las
12:40 comienza nuestra actuación, comenzando con la Danza Húngara. En la
avenida de la Constitución se reincorporo nuestro banderín, el cual una vez había
completado el desfile junto a los demás, volvió para encabezar a la banda.
Prosigue el pasacalles y en la calle Alemanes, a los sones del Fandango se
produce un sonoro aplauso, sorprendidos los sevillanos de que una banda del
norte toque acordes tan andaluces.
Plaza Virgen de los Reyes, Mateos Gago, Fabiola… Por el hermoso
barrio de Santa Cruz transcurren los últimos compases del pasacalles, hasta
llegar a los Jardines de Murillo, donde para finalizar interpretamos Que Viva
España en homenaje al inmortal Manolo Escobar, tristemente fallecido este año.
Todo llega y todo acaba. Nuestra participación en este congreso
enfilaba su recta final. En el interior de la Diputación de Sevilla, en torno a
las 14:15 horas interpretamos nuestras 3 últimas marchas con las cuales finalizábamos
esta gran experiencia.
Pero todavía restaba una tarde de esparcimiento por Sevilla,
merecida por todos los componentes, en recompensa a sus meses de esfuerzo y su
arrojo. A las 10 de la noche partíamos, dejando atrás el Guadalquivir y
retornando a casa. Más unidos y orgullosos si cabe de nuestra banda.
MÁS
SAGRADA LANZADA.
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